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Soy Ibón. Estudiante y escritor aficionado. Los que me conocéis ya sabéis más o menos cómo soy, asi que creo que no necesitáis más pistas. Y a los que no me conocéis, sólo deciros que lo que conozcáis de mí a través de esta Caja de Pandora, os guste.

Saturday, November 25, 2006

Capítulo treceavo, el perdido antes de tiempo

Para el número fatídico, esta vez, la cosa va de adolescentes. O según el color del cristal con que se mire, de preadolescentes, ya que estamos hablando de una pareja de pequeños y felices seres humanos de catorce (él) y trece años (ella), que, según dicen ellos, son novios. No tendría nada que objetar de no ser porque él es un gilipollas de primerísima categoría, de museo, uno de esos sujetos que llegas al punto de sentir si deberías pegarle tres tiros en la nuca por compasión. Ella, claro, tampoco es que demuestre tener demasiadas luces en su linda cabecita rubia trigueña.

Me explicaré: él es el típico macarillas subdesarrollado que cree que por bajarse un paquete de tabaco al día es mucho más macho (jodido piltrafillas de mierda), que por meterse un porro cada quince minutos la vida es mucho más interesante (étc, étc...) y que ahora, siguiendo la Teoría de la Estupidez Progresiva, se cree muchísimo más guay porque ha descubierto la maravilla de las drogas duras, y quiere darse sus viajes de speed, sus subidones de crack, sus fiestas de cocaína y la maravilla del éxtasis. Toma anfetaminas cuando te coloques; crack, speed y coca y pastillas de colores. Todo eso bien regado, por supuesto, por unos buenos pelotazos de alcohol por las  noches y su sagrado porro todo el santo día.

Por su parte, ella es una deportista, y una excelente deportista. Su especialidad (pese a su 161 de altura) es el baloncesto, pero le da al fútbol, al aeróbic y a la natación y tiene un cuerpo envidiable, musculado y sin un gramo de grasa (ya quisieran, y lo puedo atestiguar, chicas de 20 estar tan bien como ella a sus trece años).

Su sueño es poder ser una gran jugadora de basket (la mejor, fueron sus palabras). Entonces, ¿por qué se mete sus juergas de maría con el novio y fuma como una carretera? ¿En serio piensa que la nicotina le va a permitir desarrollar mejor su masa muscular? Pero el principal problema es que el novio y sus amigos guays, los que han descubierto la maravilla de las drogas, le prohíben absolutamente participar en sus pequeñas bacanales, porque "no pienso consentir que mi novia se meta mierdas", dicho, claro, con ese tono apacible de "paso de compartir mi mierda contigo, gorrona". 

¿Y qué es lo que ha decidido ella? Pues que él no es nadie para prohibirle nada, y que si él sigue metiéndose tan simpáticas sustancias, ella también lo hará, porque le parece fatal que si él puede meterse tanto amigo artificial, ella no pueda hacer lo mismo.


Así que me encuentro ante un caso que me resulta especialmente odioso. Yo ya sé lo que es que una amiga se muera de sobredosis, y cuando te pasa algo así, te aburres de hacer de misionero, de ir dando consejos, te cansas de volver a repetir lo mismo para que no te escuchen. Y te llenas de rabia y odio, y llega un momento que no sabes si esta gente te debería dar lástima o te dan ganas de que les de un mal viaje, pero malo, malo, que vean a la Muerte de frente, sonriéndoles, a ver si así se les quitan las ganas de ser guays.

Ah, el chutarse en pareja, ése debe ser el amor verdadero. Imbéciles.

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

La puta vida de siempre, ¿no? Tanta gente echada a perder, por los cuatro capullos de siempre. Triste por ser cierto...

11:42 AM  
Blogger La Maladie de la Raison said...

La misma historia de siempre.
La misma puta historia de siempre.
La misma jodida puta historia de siempre.

Y así nos va.

5:30 PM  

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